La palabra motivación deriva del latín motivus o motus, que significa causa del movimiento.
Inspiración viene del latín inspirare que significa respirar hacia dentro, excitar, inflamar, instilar o implantar…
Se dice que un rey francés le pidió a Leonardo Da Vici que pinte su mejor obra para él y que por ello le iba a retribuir con cien escudos de oro.
Sin lugar a duda, esa recompensa motivó a Leonardo a pintar una gran obra de arte, pero esta no fue su mejor obra. Su mejor obra la realizó producto de su Inspiración retratando a Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, más conocida como La Gioconda. Una obra que luego pasó a manos del rey francés Francisco I, quien la habría comprado por un importe de 12.000 francos (4.000 escudos de oro).
La inspiración es una fuerza impulsora en tanto que la motivación es una fuerza tractora.
Es importante tener motivos para despertar a la acción, pero es más poderoso lograr un estado de Inspiración y para ello es necesario conocernos, saber de nuestro propósito, nuestros sueños… porque ahí está el núcleo de nuestra energía emocional y, en consecuencia, energía corporal.
Sin un motivo es muy difícil generar motivación y sin un propósito es muy difícil generar inspiración.
Cuando emprendes un proyecto, y cuando hablo de proyecto puede ser un negocio, viaje, carrera universitaria y hasta un proyecto familiar. Te vas a encontrar con altibajos, caídas que no podrás evitar porque muchas de ellas no dependen de nuestro accionar, sino de agentes externos.
No podrás controlar esos agentes externos, pero sí puedes controlar tu reacción ante ellos. A veces, tenemos las mejores intenciones y eso que esperamos que suceda, no sucede. No decaigas.
Lo importante no es no caerte, lo importante es levantarte después de cada caída.
Y para levantarte, muchas veces no es suficiente con tener un motivo, en ocasiones necesitarás generar inspiración recordando y teniendo muy en claro cuál es tu propósito.
Procura alinear: Propósito, Sueños, Objetivos, Plan de Acción.
Antonio Bonilla